Con la llegada del buen tiempo apetece mucho más darse un chapuzón en la piscina. ¿Te has asegurado de que lo tienes todo listo para disfrutar de este espacio con total seguridad? Las tareas de mantenimiento de una piscina deberían ir realizándose a lo largo de todo el año, pero es durante los meses de verano cuando más atención debes prestar ya que su uso será mucho más frecuente.
¿Por qué hay que tener tan en cuenta el mantenimiento de una piscina?
Ya que has hecho una inversión en disfrutar de este espacio de ocio en tu casa, lo suyo es tenerlo siempre a punto. No se trata sólo de amortizar el gasto que has realizado para tener una fantástica piscina, ya sea de arena o tradicional, sino de garantizar que cuando te metes en el agua no te estás exponiendo a ninguno de los problemas habituales en este tipo de espacios.
- Dermatitis
- Prurito ocular
- Irritación nasal y dificultad para respirar
- Pie de atleta
- Diarrea
- Otitis externa
- Verrugas vulgares
- Molluscum Contagiosum
No interesa que ninguno de estos nombres esté en tu lista de preocupaciones porque, por encima de todo, las piscinas están concebidas como una alternativa de ocio y diversión para toda la familia. Además, con lo fácil que es evitar este tipo de contrariedades con un buen mantenimiento de la piscina, no hay motivos por los que alarmarse.
Consejos para el correcto mantenimiento de tu piscina
Es probable que sólo utilices la piscina durante los meses de verano, pero las tareas de mantenimiento son algo que deberías tener en cuenta también fuera de temporada. Obviamente la periodicidad de estas intervenciones no tiene por qué ser la misma, pero puedes emplear esos momentos del año los que no utilizas tu piscina para realizar otras labores igualmente necesarias.
El mantenimiento óptimo de una piscina debe contemplar siempre los siguientes aspectos:
- Nivel de pH: la acidez del agua es un factor esencial para garantizar la calidad de tus chapuzones. Para que el agua esté limpia, clara y libre de abrasivos para la piel tendrás que analizarla de manera periódica y regular su nivel de pH en caso de que haya que rebajarlo o incrementarlo.
- Nivel de cloro: a través de la cloración del agua impides que proliferen las bacterias, los hongos y otros elementos que resultan un riesgo para tu salud. Asegúrate a diario de que el nivel de cloro de la piscina es el adecuado y corrígelo con pastillas de choque en caso de que fuera necesario.
- Comprueba los filtros: es habitual que se formen algas en esta parte de la piscina. El problema es que, una vez que han aparecido, empiezan a proliferar. Conviene que los revises al menos una vez por semana y emplees un buen producto antialgas antes de que el agua comience a ponerse verdosa.
- Limpieza de la superficie: es otra de esas tareas de mantenimiento de la piscina que te tocará hacer a diario. Elimina los insectos, las hojas, la basura o cualquier residuo que haya podido caer en el agua.
- Material en suspensión y cal: cuando el agua empieza a ponerse blanquecina puede deberse a dos factores. El primero es que el agua sea muy dura, por lo que deberás emplear productos antical para evitar que el pH se descompense. El segundo es que haya mucha materia suspendida en la superficie, algo que se soluciona con un floculante.
- Limpieza e invernaje: durante el invierno es recomendable aplicar al agua productos de invernaje de manera que, cuando vuelvas a utilizar la piscina, no tengas necesidad de reponerla. Estas épocas del año en las que el uso de la piscina es escaso o nulo también son ideales para llevar a cabo una limpieza integral, tanto en el fondo y en las paredes como en las superficies exteriores. Para ello necesitarás aplicar productos desincrustantes, desengrasantes, abrillantadores y fungicidas.